El Cannabis y la enfermedad de Alzheimer (EA)
La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad degenerativa que afecta a un
número significativo de la población mundial y que
ha ido creciendo su prevalencia e incidencia. En el
año 2013 La Organización Mundial de la Salud
(OMS) ha presentado un informe sobre la demencia
en el que la presenta como una prioridad de salud pública por ser “una enfermedad costosa a nivel social,
económico y de salud” y estima que en 2010 35.6
millones de personas vivían con demencia en el mundo. Pronostica que esa cifra si irá duplicando cada 20
años. El Alzheimer es la forma más frecuente de demencia representando entre el 60 y 70% de los casos.
Se trata de una enfermedad progresiva, altamente
incapacitante cuyos elementos clínicos más característicos son el deterioro progresivo de la cognición,
la memoria y la habilidad para llevar a cabo las tareas
cotidianas, mismos que se acompañan de una afectación del control de las emociones y del comportamiento social. En las etapas tardías se presenta con dificultad para el reconocimiento de personas y lugares,
desorientación, cuadros de agitación y comportamiento agresivo y necesidad permanente de cuidados
externos.
Los elementos patológicos característicos son depósitos de placas de amiloide formadas por una β-proteína,
ovillos de neurofibrillas y la degeneración selectiva de
sinapsis con pérdida neuronal fundamentalmente en
áreas corticales y subcorticales del cerebro.
No hay al presente tratamientos eficaces, por lo que
la acción clínica se limita a tratar los síntomas y a
recomendar medidas sociofamiliares y cuidados personalizados. Los cannabinoides están siendo estudiados para esta enfermedad por las propiedades que ya
se enunciaran, a lo que se agregaría el hecho de que
algunos cannabinoides, el THC y el CBD podrían
tener acciones a sobre la producción, acumulación
y eliminación de la β-proteína del amiloide y en la
respuesta inflamatoria inducida por esa proteína.
En este sentido, a nivel experimental animal hay varios
estudios que muestran la acción de los cannabinoides
afectando los mecanismos que producen el daño. Por
ejemplo, un estudio reciente ha demostrado que el
tratamiento a largo plazo con CBD previene el déficit
de reconocimiento en ratones con Alzheimer, aunque
los autores dicen que este efecto no se acompañó cambios en las placas de amiloide y del daño oxidativo.
Otro estudio demuestra que el CBD interfiere en la
producción del amiloide por un complejo mecanismo
y promueve la sobrevida de las neuronas modificando
el ratio de muerte programada (apoptosis).
A nivel clínico en un estudio retrospectivo de 2014,
los autores estudiaron los registros de 40 pacientes
diagnosticados con demencia hospitalizados en el
McLean Hospital Geriatric Neuropsychiatry que
fueron tratados con dronabinol durante siete días por
trastornos de conducta y alimentación. Psiquiatras
de geriatría utilizaron escalas para medir la agitación,
aspectos clínicos y de funcionamiento, porcentaje
de las ingestas en cada comida, sueño y eventos adversos. Los autores refieren una mejoría de todos los
parámetros estudiados con 26 eventos adversos que
no requirieron interrumpir la medicación.
Dadas las acciones del THC a nivel cognitivo y su
psicoactividad, estimamos que se requieren estudios
que puedan demostrar la seguridad y eficacia en esta
enfermedad para evitar agregar potenciales efectos adversos a una población que ya tiene reducido su capital cognitivo. No obstante, el CBD por carecer de esas
acciones, y compuestos en los que el THC demuestre
estar neutralizado en cuanto a sus efectos adversos,
son líneas de investigación prometedoras para esta
enfermedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario