El sistema endocannabinoide tiene implicación fundamental en la modulación del sistema inmunológico por medio de complejos mecanismos. Se han encontrado ambos tipos de receptores cannabinoides, pero a franco predominio de los CB2, en prácticamente todas las células involucradas en la respuesta inmunológica.
Como ya se ha dicho, al menos varios de los fitocannabinoides como el THC, CBD y CBN tienen
propiedades inmunomoduladoras. Las vías y mecanismos de acción son complejos y no todos actúan por
la misma vía y con iguales efectos.
Al presente, y según los distintos estudios preclínicos
disponibles, el CBD tiene demostradas propiedades
en la modulación de respuestas inmunológicas que le confieren un efecto antiinflamatorio con
potencial uso terapéutico para el tratamiento de las
patologías de base inmunitaria. Si bien su acción implica varios mecanismos entre los que se incluyen la
supresión de la activación o reactividad de las células
inmunitarias T y los macrófagos, un mecanismo también relevante es la atenuación del estrés oxidativo e
infiltración celular, como ya se viera en otros capítulos.
Frente a cualquier injuria, el organismo reacciona con
una respuesta inflamatoria cuyo objetivo es restringir el área en sufrimiento, controlar y eliminar lo que
genera el daño, para dar paso a la posterior reparación
de los tejidos. A veces, no resulta así y entonces por
distintas causas el proceso no se detiene o bien se repite por empujes, constituyéndose una enfermedad
inflamatoria crónica de base inmunitaria que resulta
de una respuesta exuberante del sistema inmunitario.
Es esa respuesta inflamatoria la responsable del daño
y los síntomas y signos. A estas enfermedades se las
conoce como enfermedades autoinmunes, pues el organismo reacciona contra sí mismo. Dentro de este
grupo se encuentra la Artritis Reumatoide, el Lupus
Eritematoso Sistémico, la Enfermedad de Crohn, la
Tiroiditis de Hashimoto, la Psoriasis y la Esclerodermia. Algunas de ellas están focalizadas a un órgano,
mientras que otras atacan tejidos que se encuentran
en todo el organismo y por eso se llaman sistémicas.
Históricamente, el cannabis ha sido utilizado para aliviar los síntomas de la Artritis Reumatoide (AR). En el año 2005, Ware et al. publicaron los resultados de
una encuesta nacional del Reino Unido realizada en-
tre 1998 y 2002 en la que preguntaban a los pacientes
sobre uso de cannabis. De los 2969 cuestionarios con-
testados, el 25% de la muestra reportó uso de cannabis medicinal para distintas condiciones clínicas
como dolor crónico, esclerosis múltiple, depresión,
neuropatías, y el 25% de estos usos era para la artritis.
Actualmente se cuentan con algunas evidencias que
justifican y permiten comprender por qué las personas con AR apelan a su uso. La evidencia preclínica
y clínica reciente de distintos investigadores sugiere
que la activación de receptores CB1 induce respuestas
proinflamatorias en células inmunitarias, mecanismo que está en la base de algunas enfermedades
como la diabetes. Para estudiar los efectos y mecan-
ismos de acción de los cannabinoides en estas enfermedades se han desarrollado modelos animales. Por ejemplo, para la artritis reumatoide se
desarrolló un modelo experimental murino en el que, luego de desarrollados los síntomas se administraba
CBD por vía oral o peritoneal. También se desarrolló
un modelo bovino. Los autores reportaron que en
ambos el tratamiento fue eficaz en la detención de la
progresión de la artritis con mejoría de los síntomas y
concluyeron que, en función de los datos registrados
para distintos mediadores de la respuesta inflamatoria,
el CBD, a través de la combinación de sus acciones
inmunosupresora y antiinflamatoria tiene un efecto
anti-artrítico potente en el modelo estudiado. Otro
estudio experimental evidenció el efecto de los can-
nabinoides, en este caso un cannabinoide sintético no
psicotrópico, el ácido ajulémico (AjA), en el bloqueo
de la acción de uno de los mediadores del daño en la
artritis reumatoide y el lupus eritematoso sistémico.
Este estudio demostró la prevención del daño de las
articulaciones en la artritis. Los autores concluyen que
el ácido ajulémico, podría ser un agente antiinflam-
atorio potente y seguro para el tratamiento de estas
enfermedades.
En 2006 Blake y colaboradores hicieron un ensayo
clínico aleatorizado doble-ciego controlado con pla-
cebo en el Royal National Hospital for Rheumatic
Diseases del Reino Unido para evaluar la eficacia de
medicamentos en base a cannabis en el tratamiento
del dolor de la AR, en este caso Sativex (2.7 mg de
THC y 2.5 mg CBD). A 58 pacientes con diagnóstico de AR activa en los que no se había logrado un
adecuado control con la medicación convencional se
los aleatorizó en dos grupos: 31 recibirían Sativex y 27
placebo. Se los estabilizó durante los 3 meses previos
en un régimen de anti-inflamatorios no esteroideos y
prednisolona (un corticoide). Durante 5 semanas les
administraron dosis progresivas del spray en la mucosa bucal en la noche comenzando con dosis muy bajas
hasta alcanzar la dosis adecuada para cada paciente, la
que se mantuvo luego por 3 semanas. Por la mañana
siguiente se realizaban las mediciones con distintas escalas a estos efectos, evaluando dolor al movimiento,
dolor de reposo, rigidez matinal y calidad del sueño.
Todos los síntomas evaluados demostraron una mejoría estadísticamente significativa con respecto al
grupo placebo. En el grupo con medicación activa no
se registraron efectos adversos (solo de entidad leve a
moderada) ni abandonos del tratamiento. Los autores
concluyeron que los resultados en cuanto al efecto analgésico son satisfactorios y prometedores a pesar de
las pequeñas diferencias, con buena tolerancia general, por lo que recomiendan nuevos estudios clínicos
con revisión de las dosis, formulación del producto y
grupos de pacientes más grandes. También sugieren
los mecanismos de acción para cada síntoma de la enfermedad evaluado: dolor al movimiento por acción
periférica, dolor de reposo por acción central, actividad inflamatoria por influencia en el sistema inmunológico. También estiman que la ausencia de efecto
en el dolor matinal pueda deberse a que en la línea
base del estudio el rango de este síntoma era muy bajo.
Estos hallazgos clínicos son consistentes con los estu-
dios experimentales antes mencionados que identifi-
can distintos mecanismos de acción del ∆9-THC y
del CBD. Con respecto al CBD el estudio de Liu et
al.334 de 2010 muestra su acción tanto en la respues-
ta inmunológica humoral (anticuerpos) como celular (linfocitos). Los autores señalan que dado que se
demuestra su acción sobre las células Th1 (linfocitos
helper tipo 1) pero en principio no sobre los Th2, el
CBD podría ser un agente terapéutico potencial para
el manejo de enfermedades autoinmunes Th1 dominantes como es la AR.
Esto no obsta para que el efecto analgésico y antiinflamatorio y por otros mecanismos de acción del CBD
y del ∆9-THC ambos puedan aportar otros beneficios al tratamiento de otras enfermedades inflamatorias autoinmunes que no sean Th1 dominantes que
cursen con dolor e inflamación. En este sentido, la
reciente revisión de KP Hill de 2015 concluye que
algunas condiciones clínicas como las náuseas y la
estimulación del apetito (indicación aprobada por
la FDA para dronabinol y nabilona), dolor crónico,
dolor neuropático y espasticidad asociada a esclerosis
múltiple, cuentan con evidencia clínica de alta calidad
y que los médicos deberán hacer las evaluaciones para
determinar la pertinencia del uso de cannabis para
cada paciente incluyendo la evaluación de la relación
costo-beneficio.