viernes, 29 de junio de 2018

Enfermedades inflamatorias autoinmunes y el Cannabis

Enfermedades inflamatorias autoinmunes y el Cannabis

El CBD tiene demostradas propiedades en la modulación de respuestas inmunológicas  que le confieren un efecto antiinflamatorio con potencial uso terapéutico para el tratamiento de las patologías de base inmunitaria.





El sistema endocannabinoide tiene implicación fundamental en la modulación del sistema inmunológico por medio de complejos mecanismos. Se han encontrado ambos tipos de receptores cannabinoides, pero a franco predominio de los CB2, en prácticamente todas las células involucradas en la respuesta inmunológica. 

Como ya se ha dicho, al menos varios de los fitocannabinoides como el THC, CBD y CBN tienen propiedades inmunomoduladoras. Las vías y mecanismos de acción son complejos y no todos actúan por la misma vía y con iguales efectos. 

Al presente, y según los distintos estudios preclínicos disponibles, el CBD tiene demostradas propiedades en la modulación de respuestas inmunológicas  que le confieren un efecto antiinflamatorio con potencial uso terapéutico para el tratamiento de las patologías de base inmunitaria. Si bien su acción implica varios mecanismos entre los que se incluyen la supresión de la activación o reactividad de las células inmunitarias T y los macrófagos, un mecanismo también relevante es la atenuación del estrés oxidativo e infiltración celular, como ya se viera en otros capítulos. 

Frente a cualquier injuria, el organismo reacciona con una respuesta inflamatoria cuyo objetivo es restringir el área en sufrimiento, controlar y eliminar lo que genera el daño, para dar paso a la posterior reparación de los tejidos. A veces, no resulta así y entonces por distintas causas el proceso no se detiene o bien se repite por empujes, constituyéndose una enfermedad inflamatoria crónica de base inmunitaria que resulta de una respuesta exuberante del sistema inmunitario. Es esa respuesta inflamatoria la responsable del daño y los síntomas y signos. A estas enfermedades se las conoce como enfermedades autoinmunes, pues el organismo reacciona contra sí mismo. Dentro de este grupo se encuentra la Artritis Reumatoide, el Lupus Eritematoso Sistémico, la Enfermedad de Crohn, la Tiroiditis de Hashimoto, la Psoriasis y la Esclerodermia. Algunas de ellas están focalizadas a un órgano, mientras que otras atacan tejidos que se encuentran en todo el organismo y por eso se llaman sistémicas. 

Históricamente, el cannabis ha sido utilizado para aliviar los síntomas de la Artritis Reumatoide (AR). En el año 2005, Ware  et al. publicaron los resultados de una encuesta nacional del Reino Unido realizada en- tre 1998 y 2002 en la que preguntaban a los pacientes sobre uso de cannabis. De los 2969 cuestionarios con- testados, el 25% de la muestra reportó uso de cannabis medicinal para distintas condiciones clínicas como dolor crónico, esclerosis múltiple, depresión, neuropatías, y el 25% de estos usos era para la artritis. 

Actualmente se cuentan con algunas evidencias que justifican y permiten comprender por qué las personas con AR apelan a su uso. La evidencia preclínica y clínica reciente de distintos investigadores sugiere que la activación de receptores CB1 induce respuestas proinflamatorias en células inmunitarias, mecanismo que está en la base de algunas enfermedades como la diabetes. Para estudiar los efectos y mecan- ismos de acción de los cannabinoides en estas enfermedades se han desarrollado modelos animales. Por ejemplo, para la artritis reumatoide se desarrolló un modelo experimental murino en el que, luego de desarrollados los síntomas se administraba CBD por vía oral o peritoneal. También se desarrolló un modelo bovino. Los autores reportaron que en ambos el tratamiento fue eficaz en la detención de la progresión de la artritis con mejoría de los síntomas y concluyeron que, en función de los datos registrados para distintos mediadores de la respuesta inflamatoria, el CBD, a través de la combinación de sus acciones inmunosupresora y antiinflamatoria tiene un efecto anti-artrítico potente en el modelo estudiado. Otro estudio experimental evidenció el efecto de los can- nabinoides, en este caso un cannabinoide sintético no psicotrópico, el ácido ajulémico (AjA), en el bloqueo de la acción de uno de los mediadores del daño en la artritis reumatoide y el lupus eritematoso sistémico. Este estudio demostró la prevención del daño de las articulaciones en la artritis. Los autores concluyen que el ácido ajulémico, podría ser un agente antiinflam- atorio potente y seguro para el tratamiento de estas enfermedades

En 2006 Blake y colaboradores hicieron un ensayo clínico aleatorizado doble-ciego controlado con pla- cebo en el Royal National Hospital for Rheumatic Diseases del Reino Unido para evaluar la eficacia de medicamentos en base a cannabis en el tratamiento del dolor de la AR, en este caso Sativex (2.7 mg de THC y 2.5 mg CBD). A 58 pacientes con diagnóstico de AR activa en los que no se había logrado un adecuado control con la medicación convencional se los aleatorizó en dos grupos: 31 recibirían Sativex y 27 placebo. Se los estabilizó durante los 3 meses previos en un régimen de anti-inflamatorios no esteroideos y prednisolona (un corticoide). Durante 5 semanas les administraron dosis progresivas del spray en la mucosa bucal en la noche comenzando con dosis muy bajas hasta alcanzar la dosis adecuada para cada paciente, la que se mantuvo luego por 3 semanas. Por la mañana siguiente se realizaban las mediciones con distintas escalas a estos efectos, evaluando dolor al movimiento, dolor de reposo, rigidez matinal y calidad del sueño. Todos los síntomas evaluados demostraron una mejoría estadísticamente significativa con respecto al grupo placebo. En el grupo con medicación activa no se registraron efectos adversos (solo de entidad leve a moderada) ni abandonos del tratamiento. Los autores concluyeron que los resultados en cuanto al efecto analgésico son satisfactorios y prometedores a pesar de las pequeñas diferencias, con buena tolerancia general, por lo que recomiendan nuevos estudios clínicos con revisión de las dosis, formulación del producto y grupos de pacientes más grandes. También sugieren los mecanismos de acción para cada síntoma de la enfermedad evaluado: dolor al movimiento por acción periférica, dolor de reposo por acción central, actividad inflamatoria por influencia en el sistema inmunológico. También estiman que la ausencia de efecto en el dolor matinal pueda deberse a que en la línea base del estudio el rango de este síntoma era muy bajo.

Estos hallazgos clínicos son consistentes con los estu- dios experimentales antes mencionados que identifi- can distintos mecanismos de acción del 9-THC y del CBD. Con respecto al CBD el estudio de Liu et al.334 de 2010 muestra su acción tanto en la respues- ta inmunológica humoral (anticuerpos) como celular (linfocitos). Los autores señalan que dado que se demuestra su acción sobre las células Th1 (linfocitos helper tipo 1) pero en principio no sobre los Th2, el CBD podría ser un agente terapéutico potencial para el manejo de enfermedades autoinmunes Th1 dominantes como es la AR. 

Esto no obsta para que el efecto analgésico y antiinflamatorio y por otros mecanismos de acción del CBD y del 9-THC ambos puedan aportar otros beneficios al tratamiento de otras enfermedades inflamatorias autoinmunes que no sean Th1 dominantes que cursen con dolor e inflamación. En este sentido, la reciente revisión de KP Hill de 2015 concluye que algunas condiciones clínicas como las náuseas y la estimulación del apetito (indicación aprobada por la FDA para dronabinol y nabilona), dolor crónico, dolor neuropático y espasticidad asociada a esclerosis múltiple, cuentan con evidencia clínica de alta calidad y que los médicos deberán hacer las evaluaciones para determinar la pertinencia del uso de cannabis para cada paciente incluyendo la evaluación de la relación costo-beneficio.




 
 
 





miércoles, 27 de junio de 2018

El cannabis en el cáncer y los cuidados paliativos


El cannabis en el cáncer y los cuidados paliativos 




sin duda las utilidades más prometedoras del cannabis y de los cannabinoides son las que viene ofreciendo desde hace décadas la investigación preclínica (células de cultivo en laboratorio e investigación animal), que viene acumulando evidencias, cada vez más sólidas, acerca del potencial papel anticancerígeno de los cannabinoides.


Según la Organización Mundial de la Salud, el cáncer es una de las principales causas de morbilidad y la principal causa de mortalidad a escala mundial. En 2012, hubo 14 millones de nuevos casos y 8,2 millones de muertes relacionadas con él. Los principales tipos de cáncer son el pulmonar, hepático, gástrico, colorrectal, mamario y el cáncer de esófago. Se prevé que el número de nuevos casos aumente en aproxi- madamente un 70% en los próximos 20 años, por lo que disponer de fármacos cada vez más nuevos, eficac- es y con el menor perfil posible de efectos secundarios supone hoy día un auténtico reto de salud pública. 

Los primeros usos terapéuticos del cannabis y los fármacos basados en cannabinoides que se autorizaron fueron precisamente como tratamiento de las náuseas y los vómitos derivados de los tratamientos quimioterápicos en pacientes con cáncer. De hecho, hoy día esta es la principal indicación para la que los fármacos basados en cannabinoides están autorizados. Tanto el dronabinol, (THC sintético) como su análogo, la nabilona, están autorizados desde los años 80 para tal indicación. Como los cannabinoides son analgésicos, en algunos países se ha autorizado el Sativex para el tratamiento del dolor de origen canceroso y actualmente se está llevando un estudio a gran escala de Fase III precisamente para evaluar la eficacia del Sativex en este tipo concreto de patología. 

Otra propiedad paliativa del cannabis y de los cannabinoides es su efecto sobre la estimulación del apetito y sobre el síndrome de wasting, o pérdida de peso involuntaria en enfermos en fases avanzadas. Para enfermos de SIDA con anorexia y síndrome de wasting (síndrome consuntivo) está autorizado el marinol, pero su utilidad es extrapolable a estas mismas condiciones médicas en enfermos en fases avanzadas de cáncer. Recientemente se han publicado dos artículos en la prestigiosa revista JAMA, uno consistente en una revisión clínica y otro en un estudio de meta-análisis, sobre las evidencias que existen a día de hoy disponibles acerca de la eficacia de los cannabinoides en medicina. El artículo de revisión clínica muestra cómo el cannabis está autorizado para el tratamiento de los síntomas asociados al cáncer y/o a los efectos secundarios de los fármacos anticancerosos en todos los estados estadounidenses en los que está regulado el cannabis medicinal. En ese artículo, además, se realizan una serie de consideraciones prácticas que sirven de consejo clínico para considerar a un paciente susceptible de ser tratado con cannabis medicinal, la primera de las cuales establece: “Una condición médica debilitante en la que los datos de los ensayos clínicos aleatorizados sugieren que responde a la farmacoterapia con marihuana medicinal, como náuseas y vómitos asociados con quimioterapia contra el cáncer, anorex- ia por síndrome consuntivo en enfermedades como SIDA, dolor crónico, dolor neuropático o espastici- dad asociada con la esclerosis múltiple”. Con relación al meta-análisis, se evaluaron 28 estudios clínicos controlados, bien con otros fármacos antieméticos, bien con placebo (con 1772 participantes), en los que se utilizaron cannabinoides para el tratamiento de la náusea y el vómito en quimioterapia. Catorce estudios fueron con dronabinol, 1 con Sativex, 4 con levonantradol (un cannabinoide sintético similar al THC) y 6 con THC. Todos los estudios sugirieron un mayor beneficio de los cannabinoides con relación tanto con los fármacos de comparación, como con los placebos, aunque no en todos los estudios el beneficio de los cannabinoides fue mayor que el de los fármacos de comparación. Sin embargo, la media del número de pacientes que mostró una respuesta completa a las náuseas y los vómitos fue mayor con los cannabinoides que con placebo

Los beneficios potenciales del uso de cannabis en pacientes con cáncer no se limitan a la reducción de las náuseas y de los vómitos asociados a la quimioterapia. Una revisión reciente ha analizado todos los estudios en los que se han utilizado cannabinoides en otros problemas médicos asociados al cáncer, habiéndose encontrado resultados positivos también en cuanto a la estimulación del apetito, aumento de la analgesia en las condiciones cancerosas que cursan con dolor, en neuropatías asociadas a determinados tipos de cáncer, en la ansiedad, la depresión y problemas de sueño, y en la respuesta de la eficacia clínica cuando se combinan cannabinoides con fármacos opiáceos para el tratamiento del dolor269. De hecho, uno de los usos hoy día de los cannabinoides en cuidados paliativos de enfermos de cáncer es precisamente su combinación con fármacos opiáceos, sobre todo en situaciones en las que los cuidados paliativos se realizan fuera de un contexto hospitalario. Los cannabinoides son considerados fármacos considerablemente más seguros que los opiáceos y la combinación entre ambos fármacos permite reducir las dosis de opiáceos y así reducir notablemente la mortalidad asociada a sobredosis de opiáceos en situaciones de cuidados paliativos. Se estima que esta estrategia terapéutica podría evitar miles de muertes asociadas a la toxicidad aguda de los opiáceos, sobre todo cuando los cuidados paliativos se realizan en la casa de los pacientes, donde el control médico es menos exhaustivo que en los hospitales. Además, las dosis de cannabinoides utilizadas en cuidados paliativos no necesitan llegar al nivel de la psicoatividad para ser efectivas cuando se combinan con opiáceos, por lo que el perfil de efectos secundarios también se limitaría mucho al utilizar en combinación cannabinoides y opiáceos

Pero sin duda las utilidades más prometedoras del cannabis y de los cannabinoides son las que viene ofreciendo desde hace décadas la investigación preclínica (células de cultivo en laboratorio e investigación animal), que viene acumulando evidencias, cada vez más sólidas, acerca del potencial papel anticancerígeno de los cannabinoides. Se conoce que los receptores CB1 y CB2 se encuentran expresados en muchos tipos de células cancerosas (tumores), y se ha observado en investigación preclínica que los cannabinoides ejercen acciones de apoptosis (muerte celular programada) sobre dichas células, así como previenen la proliferación de células cancerosas y bloquean el desarrollo de metástasis (proliferación de células cancerosas a otros órganos previamente no afectados). Los procesos antitumorales precisos de los cannabinoides no se conocen en profundidad (de la misma forma que no se conocen en profundidad y detalle los procesos de generación tumoral), ya que cada tipo de tumor tiene su propia dinámica bioquímica interna, así como la tiene cada paciente. Sin embargo cada vez se van conociendo más y mejor estos procesos. 

Por ejemplo, se sabe que la acción antitumoral de los cannabinoides se debe a diferentes procesos, como por ejemplo, que promueve la estimulación de ceramida (una sustancia proapoptópica), la autofagia (la autodestrucción celular), o la inhibición de la proliferación tumoral (mediante la expresión de proteínas concretas, como la p8). Sin embargo, también existen algunas evidencias que apuntan hacia una acción protumoral de los cannabinoides en determinadas condiciones. Como se ha dicho, cada tumor responde a su propia dinámica bioquímica, por lo que en la actualidad se está investigando para qué dinámicas concretas podría estar contraindicado el uso de cannabinoides. Los investigadores sí están de acuerdo en que la acción antitumoral es superior cuando se combinan diferentes cannabinoides en comparación con cannabinoides aislados. En cualquier caso, ya se ha dado el salto en medicina oncológica de la investigación preclínica a la humana. En 2006 se publicó un estudio en el que se observó en humanos una acción antitumoral en pacientes con gioblastoma (un tipo de cáncer cerebral especialmente agresivo), y en la actualidad existen al menos dos ensayos clínicos en marcha en los que se está investigando la acción antitumoral del cannabis en diferentes tipos de cáncer, entre ellos el gioblastoma.