El cannabis en el cáncer y los
cuidados paliativos
Según la Organización Mundial de la Salud, el
cáncer es una de las principales causas de morbilidad
y la principal causa de mortalidad a escala mundial.
En 2012, hubo 14 millones de nuevos casos y 8,2 millones de muertes relacionadas con él. Los principales
tipos de cáncer son el pulmonar, hepático, gástrico,
colorrectal, mamario y el cáncer de esófago. Se prevé
que el número de nuevos casos aumente en aproxi-
madamente un 70% en los próximos 20 años, por lo
que disponer de fármacos cada vez más nuevos, eficac-
es y con el menor perfil posible de efectos secundarios
supone hoy día un auténtico reto de salud pública.
Los primeros usos terapéuticos del cannabis y los fármacos basados en cannabinoides que se autorizaron
fueron precisamente como tratamiento de las náuseas
y los vómitos derivados de los tratamientos quimioterápicos en pacientes con cáncer. De hecho, hoy día
esta es la principal indicación para la que los fármacos
basados en cannabinoides están autorizados. Tanto
el dronabinol, (THC sintético) como su análogo, la
nabilona, están autorizados desde los años 80 para tal
indicación. Como los cannabinoides son analgésicos,
en algunos países se ha autorizado el Sativex para el
tratamiento del dolor de origen canceroso y actualmente se está llevando un estudio a gran escala de Fase
III precisamente para evaluar la eficacia del Sativex en
este tipo concreto de patología.
Otra propiedad paliativa del cannabis y de los cannabinoides es su efecto sobre la estimulación del apetito y
sobre el síndrome de wasting, o pérdida de peso involuntaria en enfermos en fases avanzadas. Para enfermos
de SIDA con anorexia y síndrome de wasting (síndrome consuntivo) está autorizado el marinol, pero
su utilidad es extrapolable a estas mismas condiciones
médicas en enfermos en fases avanzadas de cáncer.
Recientemente se han publicado dos artículos en la
prestigiosa revista JAMA, uno consistente en una revisión clínica y otro en un estudio de meta-análisis,
sobre las evidencias que existen a día de hoy disponibles acerca de la eficacia de los cannabinoides en medicina. El artículo de revisión clínica muestra cómo
el cannabis está autorizado para el tratamiento de los
síntomas asociados al cáncer y/o a los efectos secundarios de los fármacos anticancerosos en todos los estados estadounidenses en los que está regulado el cannabis medicinal. En ese artículo, además, se realizan
una serie de consideraciones prácticas que sirven de
consejo clínico para considerar a un paciente susceptible de ser tratado con cannabis medicinal, la primera
de las cuales establece: “Una condición médica debilitante en la que los datos de los ensayos clínicos aleatorizados sugieren que responde a la farmacoterapia
con marihuana medicinal, como náuseas y vómitos
asociados con quimioterapia contra el cáncer, anorex-
ia por síndrome consuntivo en enfermedades como
SIDA, dolor crónico, dolor neuropático o espastici-
dad asociada con la esclerosis múltiple”. Con relación al meta-análisis, se evaluaron 28 estudios clínicos controlados, bien con otros fármacos antieméticos,
bien con placebo (con 1772 participantes), en los que se utilizaron cannabinoides para el tratamiento
de la náusea y el vómito en quimioterapia. Catorce
estudios fueron con dronabinol, 1 con Sativex, 4 con
levonantradol (un cannabinoide sintético similar al
THC) y 6 con THC. Todos los estudios sugirieron
un mayor beneficio de los cannabinoides con relación
tanto con los fármacos de comparación, como con los
placebos, aunque no en todos los estudios el beneficio
de los cannabinoides fue mayor que el de los fármacos
de comparación. Sin embargo, la media del número de pacientes que mostró una respuesta completa a
las náuseas y los vómitos fue mayor con los cannabinoides que con placebo.
Los beneficios potenciales del uso de cannabis en pacientes con cáncer no se limitan a la reducción de las
náuseas y de los vómitos asociados a la quimioterapia.
Una revisión reciente ha analizado todos los estudios
en los que se han utilizado cannabinoides en otros
problemas médicos asociados al cáncer, habiéndose
encontrado resultados positivos también en cuanto a
la estimulación del apetito, aumento de la analgesia
en las condiciones cancerosas que cursan con dolor,
en neuropatías asociadas a determinados tipos de
cáncer, en la ansiedad, la depresión y problemas de
sueño, y en la respuesta de la eficacia clínica cuando se combinan cannabinoides con fármacos opiáceos para el tratamiento del dolor269. De hecho, uno
de los usos hoy día de los cannabinoides en cuidados
paliativos de enfermos de cáncer es precisamente su
combinación con fármacos opiáceos, sobre todo en
situaciones en las que los cuidados paliativos se realizan fuera de un contexto hospitalario. Los cannabinoides son considerados fármacos considerablemente
más seguros que los opiáceos y la combinación entre
ambos fármacos permite reducir las dosis de opiáceos y así reducir notablemente la mortalidad asociada
a sobredosis de opiáceos en situaciones de cuidados
paliativos. Se estima que esta estrategia terapéutica
podría evitar miles de muertes asociadas a la toxicidad aguda de los opiáceos, sobre todo cuando los cuidados paliativos se realizan en la casa de los pacientes,
donde el control médico es menos exhaustivo que en
los hospitales. Además, las dosis de cannabinoides utilizadas en cuidados paliativos no necesitan llegar al
nivel de la psicoatividad para ser efectivas cuando se
combinan con opiáceos, por lo que el perfil de efectos
secundarios también se limitaría mucho al utilizar en
combinación cannabinoides y opiáceos.
Pero sin duda las utilidades más prometedoras del cannabis y de los cannabinoides son las que viene ofreciendo desde hace décadas la investigación preclínica
(células de cultivo en laboratorio e investigación animal), que viene acumulando evidencias, cada vez más
sólidas, acerca del potencial papel anticancerígeno de los cannabinoides. Se conoce que los receptores CB1 y CB2 se encuentran expresados en muchos tipos de células cancerosas (tumores), y se ha
observado en investigación preclínica que los cannabinoides ejercen acciones de apoptosis (muerte celular
programada) sobre dichas células, así como previenen
la proliferación de células cancerosas y bloquean el
desarrollo de metástasis (proliferación de células cancerosas a otros órganos previamente no afectados).
Los procesos antitumorales precisos de los cannabinoides no se conocen en profundidad (de la misma
forma que no se conocen en profundidad y detalle los
procesos de generación tumoral), ya que cada tipo de
tumor tiene su propia dinámica bioquímica interna,
así como la tiene cada paciente. Sin embargo cada vez
se van conociendo más y mejor estos procesos.
Por ejemplo, se sabe que la acción antitumoral de los
cannabinoides se debe a diferentes procesos, como
por ejemplo, que promueve la estimulación de ceramida (una sustancia proapoptópica), la autofagia (la
autodestrucción celular), o la inhibición de la proliferación tumoral (mediante la expresión de proteínas
concretas, como la p8). Sin embargo, también existen
algunas evidencias que apuntan hacia una acción
protumoral de los cannabinoides en determinadas
condiciones. Como se ha dicho, cada tumor responde
a su propia dinámica bioquímica, por lo que en la
actualidad se está investigando para qué dinámicas
concretas podría estar contraindicado el uso de cannabinoides. Los investigadores sí están de acuerdo en
que la acción antitumoral es superior cuando se combinan diferentes cannabinoides en comparación con
cannabinoides aislados. En cualquier caso, ya se ha
dado el salto en medicina oncológica de la investigación preclínica a la humana. En 2006 se publicó un
estudio en el que se observó en humanos una acción
antitumoral en pacientes con gioblastoma (un tipo de
cáncer cerebral especialmente agresivo), y en la actualidad existen al menos dos ensayos clínicos en marcha
en los que se está investigando la acción antitumoral
del cannabis en diferentes tipos de cáncer, entre ellos
el gioblastoma.
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